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VALDRID
CESAR GAVELA
Las Provincias 24-10-10

Está naciendo Valdrid, el eje más potente de España, el que une Valencia y Madrid. El eje que temía Jordi Pujol, que por eso emprendió una lucha loca, pero triunfal, contra la cartografía.


Él trató de distanciar al máximo Madrid de Valencia. Para ello diseñó -y Felipe González aceptó- que la autovía de Valencia a Madrid pasara por Albacete, con lo que sumaba cien kilómetros a la distancia real. Acercándola a la que separa Madrid de Barcelona.


Aquel diseño lo liquidó Aznar, que tuvo en el cierre de la autovía A-3 uno de sus objetivos más nítidos y antes cumplidos, por cierto. El puerto de Valencia subió como la espuma desde que la cartografía y la razón, por fin, se unieron.


Ahora viene el AVE, y con él Valencia dará un paso histórico; también Madrid. Mucho mayor de lo que auguran los estrategas. Porque se va a crear una conurbación de doce millones de habitantes entre un polo y el otro del AVE. Por el medio, campos, pinares y un café y la lectura del periódico. Y ya Madrid, y ya Valencia. Y sin salir de Valdrid.

Que será el hecho geopolítico más denso de España. Catapultado por el crecimiento y modernidad de Madrid que, curiosamente, se ha zafado del marcaje de Barcelona en democracia. Porque durante el franquismo España tuvo dos capitales muy parejas: la política en Madrid y la cultural en Barcelona; rodeadas ambas por grandes cinturones industriales.


Ahora solo hay una capital, aunque Barcelona sea una de las cuatro o cinco ciudades más extraordinarias de Europa. Pero en Madrid está la fuerza y el entronque con Latinoamérica. También el hartazgo del insolidario soberanismo. Esa necedad que Valencia clausuró en las urnas.


Valencia y Madrid están pariendo Valdrid. Se sabe poco de ese parto. Pero sí que lo cambiará todo, poco a poco. Pronto surgirá la sensación de que estamos en Madrid y de que los madrileños están en la orilla del mar. Aunque no cojan el AVE. Pero saben que si se suben a él, están en hora y media. Lo que tarda uno en salir a caminar por el cauce o en ir a comprar un par de libros.

Valdrid significa riqueza, comunicación, creatividad. Y es fruto de dos ciudades tan distintas como muy constitucionales. Madrid como "rompeolas de todas las Españas", tal como la definió Antonio Machado y Valencia como la ciudad periférica que teniendo historia, cultura e idioma propios, nunca ha dejado de sentirse parte raigal de España. Ahora va a recoger la cosecha de esa implicación real, y no retórica. Que el resto de la nación conoce.

Valdrid no caerá muy simpática en Barcelona. Pero Valencia también quiere casarse con Cataluña. Para estar en el centro de las dos grandes urbes. La cartografía, de nuevo, manda. Y la cordial Zaragoza no tiene mar.

Aquest César Gavela és un funcionari madrileny establert a València.

L'article en si, és flipant, tot i que algunes de les coses que diu són molt preocupants, i de fet ja s'han dut a la pràctica (la unió de caixes d'estalvi entre València i Madrid, l'aliança política entre València i Madrid, etc.). En qualsevol cas, el considere molt preocupant. Sobretot que es proclame una cosa tan delirant amb la major naturalitat, i en un periòdic teòricament valencià com Las Provincias.

Els del GAV, JJGAV, valenciafreedom, etc, segur que no diran res contra això, perquè segur que els encanta ser un apèndix "espanyol" de Madrid (primer espanyols, després valencians, és el seu lema repetit contínuament).