<< | Índex | >> Blaverismo en los años 80 y 90: Unió Valenciana y Vicente González LizondoFranco murió en 1975, pero la democracia no llegó inmediatamente. Fue necesario un período preconstitucional en el que los cargos públicos de la dictadura se resistían a dejar el poder. Miguel Ramón Izquierdo, alcalde de València; Ignacio Carrau, presidente de la Diputación y José María Fernández del Río, gobernador civil, vieron en el regionalismo tricolor la única vía para conservar sus poltronas. Lo apoyaron y lo respaldaron en todas sus manifestaciones. Empezaba así la mal llamada "batalla de València", una de las etapas más violentas y crispadas de la historia moderna valenciana, como en esta web hemos tenido ocasión de analizar (recomendamos especialmente el apartado de violencia blavera). La extrema derecha había entrado en el juego cuando la partida acababa de empezar. La agitación y la violencia callejera determinaron en buena medida las negociaciones que mantenían las fuerzas políticas valencianas para redactar el Estatuto de Autonomía. La versión final del Estatuto de Autonomía valenciano de 1982 cambió la bandera cuatribarrada de la Corona de Aragón (oficial en el País Valenciano entre 1978 y 1980, con el escudo del Consell en medio) por la bandera de la ciudad de València (cuya franja azul, máximo signo de identidad blavero, data de mediados del s. XIX), consagró el nombre de "Comunidad Valenciana" y le dio categoría de lengua al valenciano. Aparte de eso, por las presiones de la UCD de Attard, Broseta y Abril Martorell, fue aprobado por la vía lenta y administrativa dispuesta en el artículo 143 de la Constitución, en lugar de por la vía rápida y política diseñada en el artículo 151. El PSPV podía haberse mantenido firme en sus posiciones, puesto que fue el partido más votado en el País Valenciano en todas las elecciones habidas durante la transición, pero por las razones que analizamos en el apartado de Blaverismo y PSOE, cedió primero y le hizo el juego después al naciente blaverismo, tomando así una postura que en sus líneas generales continúa hoy día todavía. En cualquier caso, la crispación y agitación anticatalanista promovida por la extrema derecha e instrumentalizada por la UCD preparó el nacimiento a un partido regionalista y anticatalanista, aunque la transición llegara a su fin. Este partido fue Unión Valenciana (oficialmente Unió Valenciana). Antonio Edison Valls, Vicente Ortí, Francisco Noguera y Vicente González Lizondo inscribieron a Unió Valenciana en el registro del Ministerio del Interior el 30 de agosto de 1982. Miguel Ramon Izquierdo, el último alcalde franquista de València, fue otro de los fundadores. Aprovecharon la infraestructura del Grup d'Acció Valencianista (GAV), en lo social, y de Alianza Popular (AP) en lo político. Dos meses después, de la mano de la antigua "Coalición Popular", UV logró dos diputados en el Parlamento español. La ruptura con la antigua "Coalición Popular" fue inminente, al ver los dirigentes de UV la posibilidad de obtener cargos y cuotas de poder de manera independiente. La ideología del partido era muy simple:
Este partido fue alcanzando cuotas progresivas de poder, por crisis y enfrentamiento interno de la derecha valenciana, por un lado, y también por una cierta instigación del PSOE, según analizamos en el apartado de Blaverismo y PSOE, al que nos remitimos de nuevo. En 1991, este partido alcanzó su techo electoral, llegando a 7 concejales en el Ayuntamiento de València (90.000 votos) y siete diputados autonómicos (208.000 votos. Entre estos diputados autonómicos figuraba el escritor secesionista, antes nacionalista valenciano, Xavier Casp). Vicente González Lizondo se quedó a las puertas de alcanzar la alcaldía de València, y no tuvo más remedio que cederla a Rita Barberà. Desde entonces la derecha valenciana se estructuró en torno al PP. Es el proyecto político que llevaba entre manos Manuel Broseta antes de ser asesinado en 1992 y que continuaron sus sucesores políticos: La derecha valenciana se estructuraría en torno a un partido estatal fuertemente ligado a Madrid, y sin ninguna veleidad para el localismo, y tampoco el secesionismo lingüístico, todo debe decirse. Así fue hasta 2015 y desde 1995, cuando el PP llegó a la Generalitat Valenciana, en la que a pesar de mantener una postura centralista y nada favorable al poder valenciano propio, ha reconocido y oficializado la unidad de la lengua a través de la Acadèmia Valenciana de la Llengua, aunque hubo eventuales condescendencias a los secesionistas, más bien motivadas por las circunstancias políticas concretas que por una convicción firme. A partir de ese momento, pues (inicios de los 90), Unió Valenciana era un partido que le molestaba a la derecha valenciana, y que sólo salvó su existencia gracias al apoyo implícito que le dio el PSOE para dividir la derecha y para debilitar el nacionalismo, como analizamos en el apartado de Blaverismo y PSOE. De este modo, el PP fue absorbiendo progresivamente UV, aumentando votos, y captando a dirigentes regionalistas, en un proceso que duró hasta 2014, aproximadamente. Militantes históricos como María Dolores García Broch, Francisco Martínez de León o Vicente Martínez Marco, fueron abandonando el partido así. María Dolores García Broch fundó incluso su propio partidillo, "Renovación Valencianista", que obtuvo resultados residuales y acabó desapareciendo. Después, en 1995, llegó el "pacto del pollo" (gestado en el despacho del empresario avícola Federico Félix), en el que el empresariado valenciano obligó literalmente a los dos partidos de derecha valencianos, el PP y UV a pactar para arrebatar la Generalitat Valenciana a los socialistas. A Unió Valenciana le correspondió la Conselleria de Agricultura y la Presidencia de Les Corts (que recayó en la persona de Vicente González Lizondo). La fuga de votos hacia el PP era ya entonces palpable, y así por ejemplo, en la ciudad de València, tradicional feudo blavero, Unió Valenciana bajó en cuatro concejales la representación municipal en esas elecciones. Los enfrentamientos internos en el seno de Unió Valenciana así mismo, no dejaron de aumentar, motivados en muchos casos por el carácter autoritario y poco conciliador de Vicente González Lizondo. Podemos destacar así la expulsión de los chicos de "Joventut Valencianista", demasiado nacionalistas a sus ojos, según hemos dicho, a los que acusó antes de echarles de "etarras". Así mismo, el propio Vicente González Lizondo empezó a hacer salidas de tono cada vez más frecuentes. Quizás esto derivara de una exageración sin límite de su histrionismo natural, del que hemos hablado. Lo que ocurre es que esto le hizo caer en el mal gusto y, en último término, le dio él mismo mucha mala fama al partido. Cabe recordar así como una vez que tuvo un enfrentamiento con un conductor (del tipo de enfrentamientos habituales que suelen tenerse cuando se conduce), persiguió durante más de una hora ese conductor con su coche tratando de intimidarlo. O cuando se presentó en Expojove y obligó a la Federación Valenciana de Montañismo a poner un paño azul en el escudo cuatribarrado (perfectamente legal por mucho que le molestara) de esta federación. Todo esto sin olvidar sus frecuentados sinsentidos blaveros, como cuando declaró en Catalunya Ràdio que no quería que le hablaran en "polaco" (sic!). A finales de 1995, debido a sus crecientes problemas de salud, Vicente González Lizondo cedió la presidencia del partido y de las Corts a Héctor Villalba. Lo que se suponía que iba a ser una transición pacífica acabó siendo una pesadilla para él, debido a que Héctor Villalba pretendió por una parte imponer una línea más nacionalista y mucho menos anticatalanista que la línea blavera oficial. Por otra parte, no fue una persona que cediera a los designios autoritarios y dictatoriales de Vicente González Lizondo, con los que había dirigido el partido desde su comienzo. La muerte por enfermedad del corazón de Vicente González Lizondo el 26 de diciembre de 1996 empeoró enormemente las cosas para Unió Valenciana. No olvidemos que este partido tenía una estructura caudillística, y muchos de sus votantes por encima de las ideologías, votaban a la persona de Vicente González Lizondo. Aparte de que como hemos dicho, este señor era muy conocido en la sociedad valenciana, debido a su vinculación al mundo de las fallas básicamente. La presidencia de Héctor Villalba, como hemos dicho, rompió el caudillismo por un lado. Y por el otro, los sucesivos dirigentes blaveros fueron mucho menos conocidos que Vicente González Lizondo. Por otra parte, el goteo de militantes y cargos hacia el PP continuó. De esta manera, Maria-Àngels Ramon-Llin, la Consellera blavera de Agricultura, dejó el partido para irse al PP, al igual que el dirigente histórico blavero Fernando Giner (presidente de la Diputación de Valencia con el PP hasta 2007, el cual sin embargo, conservó un anticatalanismo paranoico durante toda su presidencia, como analizamos en el apartado correspondiente). Los antiguos dirigentes Vicent Ferrer y Alfons Novo, así como el diputado autonómico Rafael Ferraro, fundaron otro partidillo blavero, "Iniciativa de Progreso", que también acabó en el PP. En 1999 culminó este proceso, al convertirse UV en partido extraparlamentario en las Corts Valencianes. Ante los malos resultados, y haciendo un ejercicio de honestidad, el presidente Héctor Villalba dimitió, tomando la dirección del partido José María Chiquillo. Este señor volvió a llevar el partido hacia el anticatalanismo paranoico de su primera época, pero esto le dio los peores resultados de la historia del partido en las elecciones autonómicas de 2003. En esas elecciones (y en las posteriores), los nacionalistas valencianos del BNV superaron por primera vez ampliamente la UV. Esto fue muy importante porque fue la primera vez que el nacionalismo valenciano superaba en unas elecciones al blaverismo, lo que rompió uno de los grandes mitos blaveros (y de los simpatizantes con el blaverismo), según el cual el "pueblo valenciano" era espontáneamente blavero. Tras el desastre electoral, el ex-militante del GAV José María Chiquillo pactó la entrada de su único diputado provincial, Valero Eustaquio, en el gobierno del PP de la diputación presidida por el ex-blavero Fernando Giner. Chiquillo dimitió para pasarse al PP poco después y asumió la presidencia del partido el alcalde de Alcàsser (Horta Sud) Julio Chanzá. No duró demasiado como presidente del partido, siendo sustituido por el concejal del partido en Paterna (Horta Nord) Ximo Ballester. El cual terminó dimitiendo en abril de 2006, y fue elegido como presidente del partido José Manuel Miralles. La situación del partido en los años siguientes fue más complicada que nunca. Aparte de la constante presión del PP, de la que hemos hablado, emergió otro partido blavero en el País Valenciano (para ser exacto, de extrema derecha y ultrablavero): Coalición Valenciana. Sin olvidar la irrupción de otro blavero de toda la vida, José María Chiquillo, con otro partidillo, disuelto poco después de su creación: Unión de Progreso de la Comunitat Valenciana. Todos estos partidos pugnaron por un muy reducido espacio político, y estuvieron inmersos en una lucha de poder que culminó en el fracaso electoral de CV en 2011 (llegó el punto en el que UV carecía de recursos para presentarse a las elecciones autonómicas y municipales) y en la desaparición de ambos partidos. |