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Blasco Ibáñez y el blasquismo

Blasco Ibáñez.

De todos es sabido como Vicente Blasco Ibáñez (València 1867-Menton [Francia] 1928) fue una de las figuras más importantes en la València de principios de siglo. Escritor prolífico (en lengua castellana mayoritariamente, tras unos breves inicios en valenciano), fue político también, y por eso lo incluimos aquí.

Fundó un partido, el Partido Blasquista, y un movimiento, el blasquismo, la influencia de los cuales podemos decir que sobrepasó su muerte y se extendió hasta el final de la 2ª República.

Este personaje, que, a pesar de haber nacido en València, era originario de Mora de Rubielos (Teruel), ya hemos dicho que escribió la inmensa mayoría de su obra literaria en castellano, lo que, sin duda, no es un ejemplo de amor a su tierra ni a su lengua. Aparte que con su ejemplo, arrastró muchísimos escritores valencianos a hacer lo mismo que él.

Pero es que su partido y movimiento político estaba sustentado en dos pilares: Un anticlericalismo radical, y un republicanismo españolista. Todo ello acompañado de una teoría sumamente agresiva y de una praxis sumamente violenta (este elemento violento lo encontramos también en el blaverismo posterior, y de él hablaremos). Sin exagerar, podemos decir que fue su movimiento el equivalente al lerrouxismo en Cataluña. Y de manera similar al lerrouxismo, el españolismo radical derivó en él en un anticatalanismo.

Veamos qué juicio hace Joan Fuster, en su libro Nosotros los Valencianos [Barcelona. Ediciones 62. 1996. P. 112], de lo que significó el blasquismo en nuestra tierra:

"L’evolució del blasquisme, en definitiva, és la mateixa del lerrouxisme. De més a més, fou propulsor d’un matonisme obscenament inútil, que tenia tant de revolucionari com jo de cardenal. Tot això, en última instància, pertany al capítol del «provincianisme» més descordat. Des del punt de vista que ara ens ocupa, Blasco va significar un obstacle per a la Renaixença política, quan ben bé podia haver-se’n apoderat de les regnes. La seva herència pesarà sobre una part del republicanisme valencià del segle XX: aquells còmics «autonomistes» que sistemàticament combateren o boicotejaren les autèntiques aspiracions autonòmiques locals. Si dins el blasquisme tampoc no faltaren homes més o menys conscients del problema valencià, i fins i tot noblement preocupats per una solució digna —Vicent Marco i Miranda, entre altres—, sempre foren contrarrestats o cohibits."

"La evolución del blasquismo, en definitiva, es la misma del lerrouxismo. Además, fue propulsor de un matonismo obscenamente inútil, que tenía tanto de revolucionario como yo de cardenal. Todo ello, en última instancia, pertenece al capítulo del «provincianismo» más desatado. Desde el punto de vista que ahora nos ocupa, Blasco significó un obstáculo para la Renaixença política, cuando bien podría haberse apoderado de las riendas. Su herencia pesará sobre una parte del republicanismo valenciano del siglo XX: aquellos cómicos «autonomistas» que sistemáticamente combatieron o boicotearon las auténticas aspiraciones autonómicas locales. Si bien dentro del blasquismo tampoco faltaron hombres más o menos conscientes del problema valenciano, e incluso noblemente preocupados por una solución digna -Vicente Marco y Miranda, entre otros-, siempre fueron contrarrestados o cohibidos."

Disponemos en fin, de un testimonio muy claro del anticatalanisme de Blasco Ibáñez. Éste es el artículo La lepra catalanista. Este artículo apareció en el diario "El Pueblo" de la ciudad de Valencia, que dirigía personalmente Blasco Ibáñez, el 13 de junio de 1907. El artículo es de autor anónimo, pero todo el mundo ha visto detrás suyo la mano de Blasco Ibáñez, excepto algunos historiadores de tendencia neoblavera como Vicent Baydal, que tratan de exonerarlo de esto. En cualquier caso, no era extraño tampoco que el propio Blasco publicara escritos en aquel diario sin firmar o con pseudónimo. En último término, él era el director del diario, y resposable por lo tanto de todo aquello que se publicara. Así pues, su autoría parece clara.